El escanciado es una técnica tradicional y casi ritualística de servir la sidra, especialmente en regiones como Asturias y el País Vasco. Pero, más allá de ser una simple forma de verter la bebida, este método tiene un propósito clave que influye en su sabor, aroma y experiencia de consumo. A continuación, te explicamos por qué el escanciado es esencial para disfrutar de una buena sidra.
1. Oxigenación y Liberación de Aromas
El acto de escanciar la sidra desde cierta altura (generalmente con el brazo extendido) hace que el líquido entre en contacto con el aire, provocando una ligera espuma y burbujas. Este proceso, similar al "sommelier" del vino, ayuda a:
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Liberar los aromas: La sidra natural es una bebida viva, y al oxigenarse, sus matices frutales y ácidos se intensifican.
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Suavizar el sabor: La carbonatación natural se equilibra, reduciendo la acidez brusca y dando una sensación más redonda en boca.
2. Eliminación de Posos y Sedimentos
La sidra natural suele tener sedimentos en el fondo de la botella debido a su fermentación. Al escanciarla:
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Los posos quedan en la botella, ya que el chorro se corta antes de que estos caigan en el vaso.
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Se obtiene una sidra más limpia y cristalina, mejorando su textura.
3. Tradición y Experiencia Sensorial
El escanciado no es solo una técnica, sino un acto social y cultural:
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Ritual compartido: En las sidrerías, el escanciador ("escanciador" o "txotx") sirve la sidra para varios comensales, creando un momento de convivencia.
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Frescura al instante: La sidra escanciada se bebe de un trago ("culín") para disfrutarla en su punto óptimo de espuma y temperatura.
4. Diferencia Entre Sidra Escanciada y Sidra Vertida Normalmente
Si se sirve la sidra sin escanciar:
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Pierde efervescencia y puede saber más plana.
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Los aromas no se activan igual, dando una experiencia menos intensa.
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Los sedimentos pueden llegar al vaso, afectando su claridad.
